El bailarín nos señaló; señaló al público que permanecía protegido por la penumbra y desde la vulnerabilidad del escenario dijo: Te quiero. Te quiero mucho. Te quiero muchísimo ¡Te quiero una barbaridad! Así, como se quiere a un desconocido.
Sobre la costa oeste
Dixie y la intuición
"¿Tienes un minuto? ¿Te puedes quedar un momento?", le dijo a Mister. Ya dentro del departamento, Dixie, quien se mueve con cierta dificultad, se sentó en las escaleras que conducen al segundo nivel, como suele hacerlo frecuentemente, y procedió a comentarle que se...
Aparecidos
Aquí, a la gente le gusta el drama y el misterio más de lo normal. Las exageraciones de tintes trágicos parecen excitarles de extraña manera. Podríamos decir que es algo muy mexicano, pero en Mazatlán hay que agregarle dos cucharadas más de teatralidad a la mezcla....
14° C al mediodía
Bullicio. En la plaza, en el mero corazón del puerto, la gente camina a plena luz del sol con atuendos poco frecuentes: chamarras, bufandas, suéters. Incluso los snowbirds, como se le conoce a los canadienses y norteamericanos que pasan sus inviernos aquí, se les ve...
2 de Noviembre
Días queriendo pegar este escrito. Se suponía que quería compartirlo con ustedes el 2 de Noviembre, pero... en fin. Esta noche se dio la oportunidad. Esto que estoy por platicarte sucedió hace más de un año, en los primeros días de septiembre, después de concluido el...
Vecinos distantes (2)
El amigo del amigo Nunca me había fijado en el amigo del vecino del que me hablan mis hijos. Me dicen que frecuentemente se sientan a platicar sentados sobre una pequeña barda a la entrada de su casa. Ni siquiera sabia, según me comentan, que el mismo vecino —me...
El saxofonista
Su físico tenía una apariencia atlética, a pesar de sus 76 años. Cabello muy corto pero con estilo, completamente cano. El hombre vestía todo de blanco y calzaba unos huaraches negros. Sus ojos azules denotaban algo de cansancio. Era el saxofonista que nunca pudimos...
Vecinos distantes (1)
Cuando el papá está en casa es sencillo saberlo; no es necesario, siquiera, asomarse por la ventana. Los gritos, que pudieran confundirse con los de alguna escena violenta, no son más que las expresiones de cariño hacia sus hijos. De vez en cuando escuchar un "¡cómo...