La bitácora del Tio Joe

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Mar 18, 2005

Rutas de reflexión

por | Mar 18, 2005

Guadalajara, Jalisco. Agosto 10, 2004.

De esos cotidianos y largos momentos que pasé sobre el transporte urbano, recuerdo los instantes de reflexión que venían siempre en la soledad de los trayectos. Aunque estuviese rodeado de personas, no recuerdo una sola vez en la que alguien iniciara una conversación conmigo. Ese tipo de confianza parece no existir y, por el contrario, despierta suspicacias.

A una de las personas que más ha influido en mi pensamiento la conocí por medio de un gran amigo actor y mercadólogo (vaya combinación). Cosa curiosa: este último, me relataba que fue en un transporte urbano donde conoció a tan enigmático personaje. Se vio movido a entablar conversación con él, pues, lo escuchaba, desde el asiento posterior, hablar con su hija sobre la obra de Theilard de Chardin. En ese instante dos historias se empalmaron sobre una misma ruta.

Mi abuela materna solía venir a Guadalajara y pasar gran parte del año aquí. En una ocasión, contra toda probabilidad en una metrópoli de estas dimensiones, me enteré que estaba en la ciudad porque la encontré en el mismo camión al que me subí, cerca de la Minerva.

Por otra parte, recuerdo cómo llamaba mi atención el fenómeno de la belleza femenina en el transporte urbano (tuve oportunidad de corroborar mi percepción sobre esto con estudiantes y amigos profesionistas que utilizaban el mismo medio de transporte). Uno nunca sabe cómo ni cuando, pero siempre habrá una belleza utilizando el camión y el traslado se vuelve más ligero.

Durante los casi 14 años de ser usuario frecuente del transporte urbano, aquí en Guadalajara, me tocó ver gente atropellada (en una ocasión); chocar contra otro camión en una absurda carrera de velocidad; al chofer peleando con usuarios; una señora cayendo de la puerta trasera, al doblar la esquina de la calle Juan Manuel; obreros totalmente borrachos, los viernes por la tarde; músicos de meritoria calidad haciendo un dinero extra, mientras deleitaban y sumían en sus propios pensamientos a la clase trabajadora que la ruta 258 iba recogiendo por todo Av. López Mateos. También, me tocó ver personas improvisándose como músicos, desafinando sin pena alguna, para después colectar, con toda desfachates, un poco de dinero; poetas leyendo sus creaciones; ex-adictos haciendo promoción de casas de rehabilitación; un impetuoso creyente advirtiendo a garganta abierta sobre el regreso del Jesús a estos días.

Recuerdo la ocasión en que mi esposa se bajó y el camión arrancó con mi hijo de 7 años aún abordo; los silenciosos trayectos al filo de las siete de la mañana, camino a la escuela de mis hijos, con los cristales rotos, en pleno invierno.

No todos en Guadalajara tienen la necesidad de recurrir al transporte público. Sin embargo, quien lo utiliza —aparte de experimentar el feliz fenómeno de la belleza tapatía— tiene, en la soledad de los traslados, la oportunidad de reflexionar, cuando nadie se da tiempo ya para eso. La ciudad pasa frente a los ojos, en las distintas rutas para llegar a nuestro destino.

TIO JOE

Comentarios

3 Comentarios

  1. JOe, lo cotidiano es lo que hace la vida,dichosos los que tienen la sensibilidad de captar eso,los trayectos que luego se vuelven ruta de reflexión

    con mucho sabor a mar.

    Responder
  2. Goce tu reflexión y a la vez de sentirme identificada con ella , me hizo recordar la de peripecias q pase cuando estudiaba en Guadalajara , q de historias se escuchan en esos transportes urbanos , q de cosas se ve y como bien lo dices , cuanto tiempo para reflexionar y soñar.
    Juls

    Responder
  3. La soledad es la mejor compañera para la reflexión, sobre todo montado en cualquier tipo de transporte que te lleva no solo de un lugar a otro físicamente si no que te remonta a las más impensables lejanías

    Responder

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