La bitácora del Tio Joe

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Jul 25, 2018

Días de guerra (2)

por | Jul 25, 2018

Estaba girando la compu sobre el escritorio para mostrarle algo a Andrés cuando se escucharon 4 detonaciones muy cerca. Reaccionamos instintivamente y los dos terminamos en cuclillas, en un estado de alerta total. Permanecimos un momento así, petrificados, tratando de escuchar algo más allá afuera y entender qué diablos estaba pasando.

Los perros del barrio, que normalmente ladraban y hacían un escándalo por cualquier cosa, no se escuchaban por ningún lado. El silencio era total. Denso.

Me incorporé lentamente, después de unos segundos, y con mucho cuidado me pegué al muro, tratando de aproximarme a la ventana y ver qué sucedía afuera. Por el filo de la ventana alcancé a ver la silueta de mi vecino mientras daba vuelta en la esquina, saliendo del callejón, y le gritaba a su mujer “¡mataron al Gilberto!” (creo recordar que ese era el nombre, pero no estoy completamente seguro).

En esos momentos de desconcierto, uno se va haciendo consciente de todo y lo primero que uno quiere saber es cómo están los que uno ama.

Con la adrenalina aun en el cuerpo llamé a mi mujer que estaba en el super haciendo una compra; Daniel, si mal no recuerdo, estaba de visita con sus amigos.

Uno de mis vecinos, un querido extranjero, llamó para saber cómo estábamos. Él y su esposa estaban bien. La llamada fue breve, intercambiamos impresiones y se aventuró a especular sobre el calibre del arma, con base en su experiencia en la guerra de Corea.

Andrés y yo nos mantuvimos atentos en lo que el ejército llegó y acordonó el área. En algún momento escuchamos a un grupo de personas que se acercaron al lugar; una señora soltó un breve lamento, ahogado. Me contraje esperando escuchar gritos de dolor, pero no fue así. La madre de la víctima, supimos después, se contuvo y quienes la acompañaba le brindaron su apoyo.

Después, se va uno enterando, se decían cosas del difunto, que cuando estuvo en la cárcel esto o lo otro, como si el final trágico hubiera sido siempre una posibilidad.

Pero esa búsqueda de una explicación para encontrarle sentido a la violencia poco importó. La sensación de incertidumbre y desamparo era total.

Finalmente, una camioneta blanca del SEMEFO llegó al lugar y unos minutos después todo comenzó a volver a una aparente calma.

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