Me da un poco de pena decirlo, pero la verdad es que, de niño, estaba convencido de que ese sonido que escuchaba por las noches, al salir a la terraza, en casa de mis padres, provenía de la bóveda celeste.
En repetidas ocasiones volteé a ver aquel nítido cielo nocturno, pensando que el ruido de los grillos no era otra cosa más que el extraño tintineo de las estrellas.
Maravilloso.
Que BELLEZA así con Mayúsculas! de lo mejor que te he leído JOE!
Un abrazo
Ghalius
YORCH me encanto! perfecto no le quito, no le pongo, todo esta en el orden simple de lo encantador!
Los recuerdos de los niños no nos abandonan,, nos forman, nos guían y nos acompañan siempre,,, seres capaces de oír al niño que vive en uno?
gracias Joe por tu muelle, por llegar a uno y motivar a seguir sintiendo con mucho sabor a mar…
Como!!!??? no eran las estrellas??
mmmmm yo lo hubiera jurado!!!