Para los que conocemos a Anonymous sabemos que la anécdota que nos cuenta a continuación es perfectamente creíble. Decidí extraerla de los muelleos en «Masoquismo Infantil», no vaya a ser que pase desapercibida.
Bendita infancia la nuestra. Demasiado buena y alucinante, tanto así, que tal vez debido a ella, a estas alturas de mi vida, paso a ser candidato perfecto para ejemplificar el llamado Sindrome de Peter Pan. Anécdotas e historias muchas, muchísimas. Por espacio va sólo una:
Influenciado, tal vez por algún programa de televisión, decidí que la planta baja de la casa de mis padres era el fondo del mar. Así que, desde el día que tuve tan brillante ocurrencia, era un calvario para mi el bajar a comer (o a desayunar, o a cenar). ¿Se entiende no? Digo, está difícil tragar mientras se contiene la respiración. Así que ahí me tenian, el loco, tomando aire, bajando las escaleras, sentándome a la mesa, unas cucharadas, unas mordidas y, en segundos, vuelta otra vez a la superficie a tomar más aire (me tenía sin cuidado el proceso de descompresión). El jueguito, que no tanto, duro bastante tiempo, hasta que curiosa y paulatinamente, se me hizo costumbre comer arriba.
Con la llegada de la pelicula «Tiburón»… ya mejor no les cuento.
Anonymous
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